Sofismas de ocasión | Plan B: Plan a lo Bestia – El Sol de Sinaloa

La venganza está a flor de piel. El 2006 no ha sido superado. Andrés Manuel López Obrador tiene una vendetta personal en contra del árbitro electoral. A los ojos del tabasqueño, el INE (antes IFE) fue uno de los responsables de la derrota en contra de Felipe Calderón y, en virtud de ese sentimiento, los intentos por modificar al INE han arreciado en las últimas semanas.

La marcha organizada por la oposición para defender al INE bajo la consigna: “El INE no se toca”. Obligó a los partidos de oposición a mantenerse firmes. No fue una marcha en contra de la presidencia de la república. Fue una marcha que orilló a la oposición a mantenerse unida y encarecer las tentaciones de sumisión por parte de algunos actores (Alito Moreno y miniones). La marcha logró su objetivo: evitar los cambios a la Constitución en materia electoral; sin embargo, la respuesta de López Obrador fue mucho más agresiva de lo esperado.

El presidente bautizó a la propuesta alternativa de modificaciones a las leyes electorales como “Plan B”. La reforma Constitucional estaba llena de cambios polémicos, pero el Plan B es una bomba a la democracia. En 307 páginas, la iniciativa presidencial busca crear una nueva ley de medios de impugnación; reformar la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y reformar la Ley de Partidos Políticos. Los diputados (afines al régimen), exhibiendo su enorme capacidad de sintaxis y comprensión lectora, tuvieron la capacidad de comprender la reforma en menos de 10 horas y votar sin cambio alguno la aprobación de la propuesta.

Algunos de los puntos de controversia más álgidos en esta reforma tienen que ver con otorgar el voto a los migrantes desde el extranjero sin la necesidad de presentar su credencial de elector. En Estados Unidos se estima que viven cerca de 30 millones de compatriotas. De acuerdo a la propuesta, los migrantes podrían votar mostrando su matrícula consular. Las matrículas consulares son emitidas por los consulados subordinados al régimen. No es por ser mal pensado, pero ¿No creen ustedes, que alguien caiga en la tentación de entregar matriculas y modificar padrones de migrantes a su antojo? Los migrantes deben de votar, pero es necesario que estén registrados en el padrón electoral, de lo contrario, 30 millones de votos pueden ser usufructuados de manera virtual: mapachismo internacional podría ser el termino ideal.

El Plan B plantea el voto electrónico. Es buena idea, salvo que la iniciativa propone que sea el CONACYT, no el INE, quien desarrolle la tecnología de urnas electrónicas. En pocas palabras, es el gobierno quien estaría a cargo de diseñar los procesos tecnológicos para la aplicación del voto virtual. Una vez más, el régimen queriéndose hacer cargo de actividades que corresponden al árbitro electoral. Por otro lado, gran parte del costo de nuestra democracia recae en los altos niveles de desconfianza que tenemos en los partidos políticos. Es complicado esperar que los mexicanos confiemos plenamente en la tecnología como medio para resolver nuestras disputas electorales, En países más avanzados en democracia y tecnología (Estados Unidos entre ellos) hay voces que piden regresar a las votaciones en papeletas porque cada vez confían menos en algoritmos y códigos.

La lista de modificaciones no se detiene ahí. El Plan B pretende cortar de tajo el servicio civil de carrera dentro del Instituto Nacional Electoral. El planteamiento busca convertir en trabajadores

eventuales las tareas que hoy se realizan de manera permanente. La iniciativa desaparecería unidades completas del INE o fusionaría otras áreas. Para colmo de males, y como una ofrenda para sus aliados, MORENA plantea que los partidos políticos de la chiquillada puedan pasarse los votos entre ellos a cambio de no perder el registro. En otras palabras, si usted desea que la morralla electoral desparezca, ellos podrán canjear sus votos para seguir vivos. Las rémoras tendrán más carnita para seguir siendo parásitos de las franquicias electorales.

Es curioso que, muchos de los cambios que hoy pretende el Plan B son producto de concesiones hechas al propio López Obrador después de la elección de 2006. Las limitaciones que tienen los actores y el propio gobierno para manifestarse sobre ciertos temas fueron agregadas en las leyes a petición de López Obrador y sus aliados. Hoy, el gobierno quiere que le quiten la camisa de fuerza que una vez exigió cuando eran oposición. El Plan B es un guiño a la nostalgia del siglo pasado donde el gobierno tenía más participación en los procesos electorales.

Se vienen tiempos turbulentos para la democracia mexicana. A partir de la discusión en el Senado se podrá dilucidar cual será el futuro y la certeza en la elección del 2024. El futuro del propio Monreal se juega en el Plan B. En el desenlace de la iniciativa podremos ver con que equipo jugará el ex gobernador zacatecano. La reforma no muere o vive en el Senado. Le faltaría pasar por la SCJN. El pronostico en esa instancia es reservado, aunque el gobierno lleva mano con ese poder. Pronto veremos si en México hay división de poderes o solo un presidencialismo maquillado,

¿Usted qué opina amable lector? ¿Gusta del Plan B o de plano cree que sea un plan bestia?

Enlace a la fuente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

© Copyright 2022 En Sinaloa