Adem Altan, fotógrafo desde hace 40 años, 15 de ellos trabajando en AFP, tomaba imágenes frente a un edificio derrumbado de Kahramanmaras, el epicentro del devastador terremoto que sacudió a Turquía y Siria, cuando de repente vio al hombre sentado entre los escombros.
Como ningún equipo de rescate había llegado aún a la ciudad turca el martes, un día después del sismo que deja ya más de 25 mil muertos en ambos países, los propios habitantes intentaban despejar las ruinas para salvar a sus seres queridos.
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El hombre de chaqueta naranja permanecía inmóvil en medio del tumulto, insensible a la lluvia y al frío. Adem Altan se dio cuenta entonces de que el hombre, a 60 metros de él, tenía una mano en la suya.
“Cuando miré más de cerca, vi que estaba sosteniendo una mano”, dice el fotógrafo, “así que comencé a tomar fotografías”.
Comenzó a disparar su cámara para inmortalizar la escena: el padre sosteniendo la mano de su hija muerta sin soltarla, entre los escombros y la devastación. Mientras Adem tomaba las fotos, el hombre lo seguía con la mirada.
“Toma fotos de mi hija“, murmuró en dirección a Adem, con la voz quebrada y temblorosa.
Por un momento soltó la mano de su hija para mostrar al fotógrafo el lugar donde yacía su hija de 15 años. Muy pronto, volvió a tomar su mano.
“Qué dolor insoportable, pensé para mis adentros”
Adem Altan, fotógrafo de AFP
“Tenía los ojos llenos de lágrimas y me costó mucho no llorar mientras tomaba las fotos. Esperé un poco después de tomar las fotos, esperando que alguien viniera y se llevara a la niña. Desafortunadamente, nadie lo hizo”.
Adem le preguntó entonces su nombre y el de su hija. “Mi hija, Irmak”, respondió Mesut Hancer.
“Hablaba con dificultad, en voz muy baja. Fue difícil hacerle más preguntas, ya que la gente de alrededor pedía a la gente que guardara silencio para poder oír las voces de los posibles supervivientes atrapados bajo los escombros”, relata el fotógrafo.
En ese momento, pensó inmediatamente que la imagen resumía el dolor de las víctimas del terremoto. No tenía ni idea del impacto que tendría.
Publicada en primeras planas por la prensa mundial, la fotografía se hizo viral en las redes sociales y se ha compartido cientos de miles de veces por usuarios consternados.
Adem Altan ha recibido miles de mensajes de todo el mundo con expresiones de solidaridad y emoción ante el dolor de este padre abatido.
Para él, la imagen ha hecho su trabajo: muestra la destrucción física y emocional del terremoto; documenta el amor inquebrantable de un padre por su hija, y pregunta: “¿Hay dolor más grande que este?”.
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“No puedo compararlo con ninguna fotografía que haya tomado antes”, dice. “La foto llamó mucho la atención, sí. Pero no puedo decir que estoy feliz. Esto es una catástrofe”.