El Banco de México (Banxico) es una de las instituciones mexicanas que más han contribuido a la estabilidad nacional en las últimas décadas. Pionera junto con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en ser parte de los llamados “órganos constitucionales autónomos” (OCA´s), ha jugado un papel crucial para que nuestro país no regrese a los tiempos en que la “inflación galopante” impedía la prosperidad de las familias, lesionaba el poder de compra del salario y limitaba el ejercicio de la planeación gubernamental a proyectos de muy limitado horizonte de vida.
Si bien su historia primigenia se remonta al México independiente y se contempló en la Constitución de 1917, fue hasta el 1 de septiembre de 1925 que abrió sus puertas, haciendo realidad la constitución de una pieza fundamental del Estado mexicano, siendo presidente de la República en ese momento el general sonorense Plutarco Elías Calles.
De acuerdo a publicaciones de diversos historiadores, su creación cerró un largo periodo de inestabilidad y anarquía monetaria, iniciado desde principios del siglo XIX, y durante el cual reinaba un sistema de pluralidad de bancos de emisión; sistema que además fue agravado por el conflicto revolucionario de 1910, y con el que sobrevino la desconfianza en el papel moneda y la destrucción del sistema monetario vigente hasta ese momento.
Venturosamente y con el propósito de dejar atrás la inestabilidad financiera y el daño ocasionado por la inflación a los sectores más pobres del país, hace casi 29 años, el 1 de abril de 1994 entró en vigor la reforma al artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mediante la cual se otorgó autonomía plena a Banxico y el mandato prioritario de mantener el poder adquisitivo de la moneda nacional.
Al día de hoy, el párrafo sexto de dicho artículo constitucional, está redactado en los siguientes términos: “El Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento”.
Hago esta invocación histórica y el elogio de su autonomía, para subrayar el excelente papel que está jugando el Banco de México para evitar que México vuelva a experimentar tasas de inflación de dos dígitos. Se trata de una operación súper responsable de la política monetaria del país, implementada a través de su principal instrumento que es la política de tasas.
Autonomía y profesionalismo que se manifestó una vez más el jueves pasado, 09 de febrero, cuando decidió incrementar la tasa de interés en 50 puntos base, para ubicarla en 11%, nivel no visto en mucho tiempo, y una decisión que sorprendió a todo el gremio de analistas financieros pero que igualmente terminaron celebrando, generando en muy breve lapso un ambiente totalmente favorable a la decisión.
Hay que recordar que previamente el banco central de los Estados Unidos (FED) había decidido incrementar su tasa en sólo 25 puntos base, pero en Banxico decidieron en esta ocasión desacoplarse de la FED y ser más contundentes o hawkish (halcón en la jerga de los bancos centrales) contra la inflación, seguramente también influidos por el dato preocupante de incremento de precios (7.91 a tasa anual) que dio a conocer esa mañana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El momento financiero crucial que está viviendo México y el mundo, ha reactivado un viejo debate en torno al mandato ideal que debiera tener un banco central, habiendo dos opciones al respecto: 1) Mandato único: combatir la inflación, o 2) Mandato dual: combatir la inflación y apoyar el crecimiento económico. En el caso de Banxico, la Constitución le ordena un mandato único antiinflacionario, y a nuestro vecino del norte, Estados Unidos, su normatividad le indica a la FED operar bajo un mandato dual, pero que no se refiere al crecimiento sino al pleno empleo. Cada uno responde a su historia y circunstancia. A ambos les ha funcionado su esquema, pero la realidad económica mundial está cambiando intensamente en los últimos años. Es un debate que está reviviendo y que debemos abordar sin prejuicios, valorando aquel esquema que mejor contribuya a que México se enfile hacia un crecimiento permanente, con prosperidad y bienestar para todas las familias. Por lo pronto Banxico lo está haciendo muy bien y es una institución que sin duda le ha cumplido y le está cumpliendo a México.
Excelente inicio de semana.