Héctor Bonilla y María Rojo sostuvieron durante años una amistad marcada por la pasión de ambos, la actuación.
Ella le entregó su tercer Ariel, el de oro, el que le otorgó la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por su contribución al cine.
Con María Rojo hizo Rojo amanecer de Jorge Fons y María de mi corazón de Jaime Humberto Hermosillo, con un guión de Gabriel García Márquez.
“Estoy muy triste, como voy a estar. Muere un hombre bastante cercano como amigo. Le debía tantas cosas, a lo largo de nuestra amistad, le hice tres llamadas para platicar sobre mi vida personal y laboral, me ayudaba mucho con sus consejos, también le debía como actor. Estoy triste como cuando se fue Felipe Cazals y ahora él”.
María reconoce que “Héctor Bonilla fue congruente tanto con sus acciones como con sus palabras. Un hombre de izquierda totalmente. Desde muy joven siempre estuvo para las causas que creía justas. Nunca tuvo mal ambiente para nadie, nunca habló mal de nadie, siempre tenía la mejor visión, siempre para salvar las situaciones”.
Con ella hizo una de sus últimas actuaciones en teatro, grabaron para transmitirlo vía streaming durante la pandemia Amor perdido.
“No puedo especificar si fue en el 2020 o principios de 2021. Amor perdido, fue mi último trabajo a su lado, es de dos personajes de personas adultas mayores”.
La actriz también destacó el trabajo de Bonilla no sólo como actor, sino también como productor en Rojo Amanecer, sobre la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968.
“Es un legado cinematográfico de Héctor, la hizo con sus ahorros. La película es un acervo cultural. Él hizo la primera película de coyuntura, abrió la censura para este país. En Rojo amanecer, se denuncia a las bengalas en el cielo del 2 de Octubre de 1968”.
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Recuerda la actriz que de esas tres conversaciones que tuvo con su amigo, en las que hablaron “largo y tendido”, una fue para convencerla de participar en Rojo Amanecer; la segunda vez, “hablamos por un asunto personal mío, y la tercera llamada fue para que actuara en la obra de teatro El Chofer y la señora Daisy”.
“Para mí es un hombre muy importante, un amigo muy querido, una persona a la que gustó el teatro y coincidimos en el mismo escenario, como en la obra Manos arriba que actuamos durante dos años. Era teatro para las prepas y con ese dinero nos ayudábamos para pagar la renta. Fue un hombre generoso”, concluyó.