Creada a partir de la exitosa serie trasmitida por Canal Once, Soy tu Fan, La Película, asalta las pantallas nacionales de cine. Nada nuevo bajo el sol. Los mismos personajes. El mismo retrato de un puñado de niños grandes buscando ser adultos. Una comedia romántica dispareja, en la que la directora, Mariana Chenillo, demuestra su solvencia para poner en cámara un ensamble coral, en muchos momentos carente de toda lógica y con un final confusamente inesperado.
Por enésima ocasión en el devenir del cine mexicano, una boda es el marco soñado para encuadrar una comedia romántica. Esta vez la vida, y un guión lleno de incongruencias y licencias creativas, escrito por Constanza Novick y Dolores Fonsi, creadoras de la serie original nacida en Argentina, sacan a los personajes de Soy tu Fan de su entorno chilango y los trasladan a un hotel en Acapulco para celebrar el casamiento de Diego con Rocío.
Se supone, según el guión, que han pasado diez años desde que Nico y Charly, los protagonistas, se vieron por última vez, precisamente para casarse. Cosa que no ocurrió, toda vez que a Charly se le alebrestaron las hormonas y terminó dejando a Nico vestido y alborotado el día del bodorrio. Nos enteramos del chisme por la voz en off del propio Nico, dado que no hay una imagen que nos remita al pasado, al menos para darle una pátina de credibilidad a lo que nos está relatando. Cosas del guión.
Ese mismo guión que no se empeña demasiado en mostrar la transformación que se supone deberían haber experimentado los personajes después de diez años. Quizá en la única que se nota ese cambio es en Charly, quien se ha vuelto una borrachilla. A la menor provocación agarra el pedo. En cuanto a los demás, siguen igual de ñoños, sólo que más rucos. El más golpeado definitivamente es Nico. Vaya revolcón que le dio la vida: obeso, canoso, cansado y sin ilusiones. Eso sí, ahora es pareja de Marcela, una argentina doctora en naturismo, o algo así, cuyo personaje es interpretado por Dolores Fonsi, quien como ya se dijo, es una de las creadoras de la serie original.
Marcela es la aspiración de lo que, según las guionistas, debería ser la moderna mujer latinoamericana: vegana, espiritual y hermosa, que lo mismo da clases de yoga, que sabe curar picaduras de alacranes. ¿O de avispas? Quién sabe. La directora nunca nos lo deja muy claro. Lo que sí hace es mostrarnos cómo Charly pega de gritos tras sufrir la picadura de algún bicho en el pie. Por fortuna Marcela llega al rescate, y sin dudarlo, se afloja las bragas y orina el pie de Charly a modo de bálsamo dorado para apaciguar el insoportable dolor. Un momento, que al igual que otros tantos dentro de la trama, se siente forzado. O de plano inverosímil. Como cuando la hija gringa de Iñaki, una adolescente infumable, se gana el premio gordo en una máquina tragamonedas dentro de un tugurio; más tarde vuelve al hotel muy quitada de la pena con una bolsa de plástico, en cuyo interior hay un fajo con miles de dólares en billetes de cien. ¡Se la bañan!
Personajes secundarios al quite
Si bien el cuento resulta difícil de comprar, tiene algunos buenos momentos. Y no por obra de los protagonistas, sino de personajes secundarios como Tony y Vanesa, la ingobernable Vanesa. El primero es una especie de wedding planner, encargado entre otras cosas, de coordinar la grabación en video de “lo que no se vio” de la boda. Sin duda sus intervenciones le aportan a la cinta frescura y humor, el cual se agradece, después de ver al personaje de Rocío azotándose y quejándose durante toda la película.
En el caso de Vanessa, es ella quien se roba el corazón del respetable. Mezcla de La Chupitos y Layda Sansores, Vanessa es una bomba que explota cada vez que tiene algún encuentro con los demás personajes. Es la colada de la boda. La renegada. Una posición que le permite pitorrearse de cuantos la rodean. Y si a eso le sumamos que siempre anda bien colocada por el efecto de unas gotas misteriosas, el resultado es un personaje entrañable. Su presencia en mucho contribuye a darle un tono de comedia al relato. Inclusive, la misma Marcela, resulta menos insufrible cuando se encuentra a su lado. En este sentido es una pena, que tanto las guionistas como la directora, hayan relegado a una tremenda actriz como Martha Claudia Moreno (personaje de Perla) a un papel de mero relleno, en vez de aprovechar su larguísima experiencia y su vis cómica. Ahí pa la otra.
Un producto que pegó
Del final de la película, sólo se puede decir que más que una conclusión, es una especie de interrupción abrupta de los hechos, en la que quedan en veremos muchas cosas, por ejemplo, la resolución de las tramas secundarias. Bueno, al menos alguien incluyó al final de la última escena un letrero que dice: “Continuará…” Según los propios actores, muy pronto se estrenará una tercera temporada en televisión de Soy tu Fan. Es muy probable que el producto terminado resulte tan atractivo para un cierto público, como lo fueron en su momento las dos temporadas anteriores.
Eso sí, si los productores insisten en vendernos a Nico como un treintañero, tal y como ocurre en la película, a más de un espectador le costará caer en el engaño. En fin… Cine palomero pensado para darle continuidad (y dinero) a un proyecto que en su momento cautivó a una generación. Todavía nos seguimos preguntando por qué el cácaro de la sala cinematográfica encendió la luz algunos minutos antes de que la película concluyera. ¿Será que no le convenció? En otros tiempos no hubiera faltado algún canijo del público que sin tapujos le hubiera gritado: “¡Pinche cácaro, ya suelta la botella wey!”