Benedicto XVI, el papa teólogo fallecido ayer a los 95 años, es recordado por su pontificado que tuvo un gran impacto en la Iglesia, pero también por ser el primer papa en renunciar desde Celestino V en 1294. En los últimos diez años, muchos han preguntado por las razones detrás de su renuncia.
Josep Ratzinger, el verdadero nombre de Benedicto XVI, habló de sus ocho años como papa luego de su renuncia y dijo que hubo “días de sol y ligera brisa, pero también otros en los que las aguas bajaban agitadas, el viento soplaba en contra, y Dios parecía dormido”, haciendo alusión a los “cuervos” que trabajaron en su contra dentro de la Iglesia.
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Después de su renuncia en 2013, Benedicto XVI se comprometió a vivir de forma discreta, pero su presencia aún causó problemas en la inédita coexistencia de dos papas.
El peso de sustituir a Juan Pablo II
El papa conservador, guardián de la ortodoxia católica, eurocéntrico y álgido teólogo, se presentó el 19 de marzo de 2005, tras el primer cónclave del siglo XXI, como “un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”.
Nacido en una familia humilde de Baviera, Ratzinger se unió a las Juventudes Hitlerianas a los 14 años durante la Segunda Guerra Mundial, aunque sus padres, un policía y una cocinera, siempre se opusieron al nazismo.
Después de estudiar Filosofía y Teología, fue ordenado sacerdote en 1951 y luego se convirtió en catedrático de Dogma. También destacó como experto en el Concilio Vaticano II entre 1962 y 1965.
Elegido papa a punto de cumplir 78 años, tuvo que asumir la responsabilidad de gobernar la Iglesia y reemplazar al popular Juan Pablo II, a quien había servido como mano derecha durante 24 años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, también conocido como el Santo Oficio.
Esta experiencia le otorgó una imagen conservadora y regia. Sin embargo, Benedicto XVI demostró su humildad y disposición en su primera homilía como papa, declarando que su “programa de gobierno” era “no hacer mi voluntad y seguir mis propias ideas, sino ponerme junto con toda la Iglesia a escuchar la palabra y la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él”.
De los abusos a vatileaks: un papa rodeado de cuervos
Su papado estuvo, sobre todo, salpicado por el escándalo de los abusos contra menores cometidos por sacerdotes en diferentes países: se le acusó de haber sido “blando”, como en el caso de Bernard Law, a quien mantuvo en su puesto de arcipreste de Santa María La Mayor en Roma a pesr de haber sido señalado como encubridor de decenas de casos de curas pederastas cuando era arzobispo de Boston, Estados Unidos.
Pero sus más estrechos colaboradores y el mismo papa Francisco han reiterado que Ratzinger “siempre ha sido una guía contra la cultura del silencio en la Iglesia para esconder los casos de curas pederastas” y fue él quien castigó al fundador de la poderosa congregación Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel.
Benedicto, que pidió perdón a las víctimas de esos abusos y fue el primer papa que se reunió con ellas durante su viaje a Estados Unidos en 2008, fue acusado directamente al final de su vida de haber estado al corriente de cuatro casos de curas pederastas cuando era arzobispo de Múnich (1977-1982).
Fue entonces cuando, en una histórica carta, expresó su “profunda vergüenza, gran dolor y sincera petición de perdón”, por los errores que pudo cometer, aunque negó totalmente estas acusaciones.
Además, fue un papa rodeado de “cuervos”, como demostró la filtración de documentos, conocida como Vatileaks, de su mayordomo, Paolo Gabriele, al que seguramente manipularon desde el interior de la Santa Sede.
Aunque aseguró siempre que renunció porque le fallaban las fuerzas, el caso Vatileaks fue seguramente un eslabón más en la cadena que arrastraba, así como la imposibilidad de cambiar el poder de la Secretaria de Estado, donde anidaban “los cuervos”, como los definieron los medios italianos, además de las malas prácticas del banco vaticano y las finanzas internas, con las que nunca pudo acabar a pesar de sus intentos.
Una de sus mayores polémicas estalló tras un discurso en el que citó al emperador bizantino Manuel II, que tildaba de “malo e inhumano” el legado de Mahoma y “la difusión de la fe con la espada”.
Sus palabras suscitaron fuertes tensiones, aunque el papa precisó que se trataba solo de una referencia histórica y reconoció que comprendía la indignación causada en el mundo islámico.
La inédita figura del papa emérito
Tras la renuncia, Benedicto XVI se refugió en el monasterio Mater Ecclesiae, donde vivió casi dos décadas de retiro dentro de los jardines del Vaticano.
A pesar de su anuncio de permanecer “oculto al mundo”, hubo momentos de convivencia entre ambos pontífices, como su histórica aparición juntos en Castelgandolfo, su presencia en algunas ceremonias oficiadas por Francisco y fotos e imágenes de las numerosas visitas que ha recibido en esos años.
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Y con el paso del tiempo, la presencia de Benedicto XVI se hizo más presente, lo que, para muchos, se trató de una manipulación del sector más conservador para usar al papa emérito contra Francisco.
Con información de AFPy Reuters