El salsero Gilberto Santa Rosa recuerda que, en sus primeros años en la industria musical, todo el mundo quería cantar en inglés y hacer crossovers con los americanos. El español, si bien se sostenía con fuerza, no era la lengua más popular ni mucho menos la más consumida.
Tuvieron que pasar varias décadas para que el español fuera el foco del mercado musical. Hoy hasta los españoles fingen acento latino. Y esto se debe, dice el músico, a una lucha que comenzó hace muchos años con los géneros afroantillanos y que fue consolidada con el movimiento de la música urbana.
“La salsa ha tenido su propia historia y su propia vigencia. La salsa es un género sobreviviente”, asegura en entrevista con El Sol de México Gilberto Santa Rosa, uno de los salseros con mayor trayectoria y ampliamente reconocido por combinar el género con la balada romántica y el bolero.
El Caballero de la Salsa sostiene esta conversación con motivo de su más reciente lanzamiento discográfico, Debut y segunda tanda, en el que habrá ocho canciones, cinco de ellas reinterpretaciones de temas de otros artistas. Los tres temas restantes son nuevos.
Aunque Gilberto Santa Rosa hoy tiene un nombre consolidado en la industria, ha ganado cuatro Premios Grammy y ha vendido más de tres millones de discos en Estados Unidos y Puerto Rico, la pelea por llegar a esa cima es dura. Y eso es algo que, dice, enfrentarán también las nuevas generaciones.
“(En la salsa) tenemos problemas de difusión, de hacer figuras, porque hacer figuras no tiene nada qué ver con el talento de los artistas. Hablo de la parte comercial de poder identificar a estas figuras con un gran éxito. Ya lo dijo mi amigo Marco Antonio Solís: ésta es una industria hecha a base de canciones”, considera el intérprete de éxitos como Conteo regresivo y Que alguien me diga.
Según Santa Rosa, un gran éxito musical se consigue cuando se logra una buena mezcla entre los medios digitales de difusión y un trabajo exigente en el medio tradicional, que es el que, finalmente, moldea las canciones y hace que el público identifique a un artista.
“Si vemos la historia de la música popular reciente, los éxitos mundiales han seguido esa fórmula. Ese es el mayor reto que hoy tiene la juventud en nuestro género. Ellos (los jóvenes) decidieron tomar el camino más duro. Son muy valientes”, afirma el cantante.
La valentía radica en que un salsero joven, naturalmente, no tendrá las mismas oportunidades que alguien que comience en el reguetón, que es el género más escuchado.
“Ellos (los artistas urbanos) se ganaron su mérito. Yo empecé como solista en el año 86. Y en defensa de ese movimiento urbano diré que todo mundo le puso fecha de expiración, y ahí están hoy, han sabido evolucionar. Yo no soy público de la música urbana, pero reconozco que hayan evolucionado y tengan un género que ya va para 40 años desarrollándose y cambiaron la industria entera. Y en muchos aspectos la cambiaron para bien”, observa Santa Rosa.
El gran problema de la salsa, a nivel de difusión y marketing, fue que los saleros llegaron tarde a los cambios tecnológicos del mercado: “Es responsabilidad de la industria salsera. No podemos señalar sólo a unos cuantos. No vimos el balón a tiempo”, reconoce.
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“Yo pienso que fuimos muy tradicionales en nuestra manera de promover la música, de mercadearla. No tomamos muy en serio, o quizá no lo entendimos bien, cuando llegaron los cambios drásticos de la era digital. Nosotros nos quedamos en el compacto. Recién estamos saliendo de eso y tratando de apresurar el paso para ponernos al día, pero nos falta”.
También en la salsa, agrega, “hay mucha juventud, lo que pasa es que, el espacio de la música que nos corresponde, nos tardamos en ocuparlo. Hubo un cambio de generación que nos saltamos. Entonces fue más difícil que un muchacho se incluyera en el desarrollo de la salsa. En cambio, en el género urbano, un artista puede tener dos o tres sencillos promocionales o un éxito increíble en un mes. Los salseros sacamos un sencillo ahora y otro en un par de meses, el público ya responde a otra velocidad. Eso ha sido parte del problema”.