SAN SEBASTIÁN. Ruido, el tercer largometraje de la realizadora mexicana Natalia Beristáin, una dolorosa inmersión en el círculo vicioso de la violencia de género en México, vivida a través de una madre que busca a su hija desaparecida, tuvo su estreno mundial en la edición 70 del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Compite en la sección Horizontes Latinos del festival, que inició el pasado día 16 y concluirá el 24 en este balneario del norte de España.
La cineasta, acompañada de la protagonista y su madre en la vida real, Julieta Egurrola, presentó la película en el marco del certamen cuestionándose cómo se leerá una temática así, que por un lado podría parecer local, pero también aspira a hablar de otras cosas, no sólo de las desapariciones y las búsquedas, sino del poder de lo colectivo.
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“Creo que eso es algo que podría entenderse en cualquier parte del mundo, pero no dejo de cuestionarme cómo será recibida una película así, y eso de la mano del enorme gusto de estar en un festival con mi madre, así que se mezclan un montón de emociones al mismo tiempo”, dijo la directora en entrevista.
Ruido, estará en la próxima edición del Festival de Cine de Morelia y la cineasta apuntó que “me da miedo cómo será recibirla, no pudo obviarlo, pero también entiendo que ese miedo es uno de los motores por los que decidí hacer una película así”.
Sobre cómo surgió el proyecto, expuso que “son muchas cosas que se atravesaron al mismo tiempo, la educación que recibí al lado de mis padres donde hay la necesidad de espejear con el otro, la otra, aunque sea a través del dolor, el horror que vivimos en México hace ya tantos años y que desgraciadamente no se va a ningún lado, sino que parece que crece y crece.
“Tenía ganas de encontrarle un sentido a toda esta violencia y a través de encontrarle un sentido, buscar encontrarle una salida, vino mi maternidad, vinieron las ganas de acompañar y de hacerle saber a las personas que por desgracia viven esto en su cotidianidad que nos importan, que son vistas, que son escuchadas, que son queridas, y que no vamos a dejar de hablar de ello”, sostuvo.
Para la cineasta, quien ha dirigido No quiero dormir sola (2012), que se estrenó en Venecia y Los adioses (Premio del Jurado en el Festival de Morelia) y también ha dirigido series como Historia de un crimen: Colosio o Luis Miguel: la serie, fue importante conocer al colectivo Voz y dignidad, de mujeres que buscan a sus seres desaparecidos.
En el filme, en medio del horror y la desesperación, hay momentos humanos de esperanza y risas. “Fue importante encontrar, saber que están viviendo lo que están viviendo, pero que abren la posibilidad de gozo, de esperanza, de reír, de conectar con el otro o la otra, ha sido una enseñanza de su parte bien chingona”.
Beristáin agregó que “yo quiero pensar que hay posibilidades de salir de la realidad que habitamos y esa posibilidad y esa esperanza para mí está sustentada en estos colectivos, en estas madres, en estas familias, y por eso me interesaba hacer esta película”.
Para ella es una película atravesada por historias muy violentas, brutales, pero también abordada desde un lugar amoroso y, donde aún dentro del horror, hay posibilidad de gozo y de esperanza.
Por su parte, Julieta Egurrola habló de cómo construyó el personaje y compartió que hace años conoce mujeres y familias de desaparecidos con las que ha compartido y a las que ha observado. “Eso sumado con historias, con un texto, y que mi personaje no es un caso real, no es un caso específico, es un universo que se crea, la única manera para mí fue sentirlo, concentrarse y hacer lo que la directora me decía”.
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Este martes, también se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián, compitiendo en Sección Oficial por la Concha de Oro, Pornomelancolía, dirigida por el argentino Manuel Amabrovich y protagonizada por el “sex-influencer” mexicano Lalo Santos, quien vive en Oaxaca y no estuvo en la presentación alegando que no estaba de acuerdo con las condiciones en que se realizó la película. “Hubo graves fallas en la planeación, además de falta de capacidad y sensibilidad por parte del director y la producción”, dijo.
Amabrovich aseguró que cuando conoció a Lalo Santos en redes sociales sintió fascinación y admiración al ver que dirigía su propia vida para su audiencia virtual con creatividad e ironía, y lamentó que no esté para contar el proceso “porque la película partió como una invitación a reflexionar juntos”.