Una vida de mentiras da a la novela negra una mirada femenina – El Sol de Sinaloa

Convencida de que la literatura es un motor de cambio para la sociedad, la escritora Nuria Kaiser recientemente publicó su nueva novela Una vida de mentiras (Planeta, 2022). En ella, las historias de tres mujeres de distintas clases sociales de Querétaro ―Cecilia, una mujer conservadora y matriarca de su poderosa familia, Lucía, una maestra con pretensiones de ascenso en la escala social y Mimí, una joven madre soltera y policía― se ven entrelazadas cuando la violencia que circunda la realidad de todo el país las alcanza.

“Esta es una novela negra, pero también es una novela en la que, enmarcada por el México contemporáneo, quise situar desde una mirada femenina. Es una realidad que es terrible y que no le es ajena a nadie, como las protagonistas de esta novela, quienes no viven excluidas por estos acontecimientos, como son los secuestros, la impunidad, los feminicidios y el asesinato a periodistas”, comenta Nuria Kaiser, en entrevista.

A pesar de que se hace muy evidente este contexto violento al que refiere la autora, ella misma reconoce que en la obra se pueden encontrar una variedad de otras violencias, que están muy relacionadas con la forma en que los movimientos sociales aún no son asimilados en gran parte del país, en especial la provincia.

Una vida de mentiras ocurre en Querétaro ―yo soy de San Luis Potosí― porque me interesaba retratar la provincia mexicana y para aportar a la descentralización de las narrativas, creo que hace mucha falta. Es distinto narrar la provincia que narrar la Ciudad de México o una metrópoli porque la periferia se mantiene en muchas ocasiones lejana de los grandes movimientos sociales, como lo es el de la liberación de la mujer.

“La novela tiene varias violencias, una que es explícita y otra que es muy sutil que es muy difícil de identificar y la que creo que es más difícil de escapar. En provincia sigue habiendo dinámicas muy conservadoras, con tradiciones y costumbres bastante férreas. Somos una cultura muy tribal, en el sentido de que aún hacemos todo en grupos, en la que la mujer es, a mi parecer, aún vista de una forma caduca, aunque está teniendo un cambio muy lento, por supuesto”, explica la autora.

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Respecto a las actitudes machistas que se presentan a lo largo de la novela, Kaiser considera que no sirve de mucho afirmar que las mujeres reproducen el machismo, sino que “lo verdaderamente útil es voltearnos a ver a nosotros mismos para descubrir qué estamos reproduciendo. Las mujeres somos muy diversas y tenemos realidades muy distintas, por eso creo que cuando hablamos de ‘la mujer’, tenemos que cuestionarnos de qué estamos hablando. Una mujer que está frente a mí no es la misma que yo, ni tenemos las mismas circunstancias; lo que puede ser liberador para mí puede ser un hecho de sumisión para ella. Pero sí creo que es difícil escapar de las dinámicas de machismo y de poder, tanto que incluso mujeres que estamos liberadas de pronto tenemos epifanías donde nos damos cuenta de cosas que antes no veíamos”, concluye.

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